Marisol Galdón: «La principal obligación del ser humano es ser uno mismo»

Con la colaboración de Jose Ramón Vera

Nuestra invitada de hoy es Marisol Galdón, periodista, DJ, presentadora de televisión, tertuliana, actriz y también autora de dos novelas. Agradecerle que nos concediera esta interesante entrevista. 

Periodista, presentadora, actriz, escritora, DJ, pero ¿quién es Marisol Galdón? ¿Con qué se siente más a gusto?

Soy una persona con una tremenda fuerza creativa que me empuja desde dentro y no me deja tranquila. Así que tengo que expresarla y escojo diversas vías para ello. Pero la más natural para mí desde niña es la comunicativa. Me pones un micro delante y me estimula… En realidad yo quería ser directora de cine. Y nunca es tarde es mi frase favorida (risas) Aunque escribir es muy duro, también es muy motivador. Creo que es lo que más me pone. Además es algo que haces en solitario y yo soy una persona muy solitaria. Gozo mucho escribiendo, hago inmersiones tremendas. Y no me gusta ponerme a escribir, sabiendo lo que voy a escribir. Me dejo llevar. Hay una frase muy buena de Juan José Millás : «yo me pongo a escribir para saber cómo acaba la novela». Un poco es eso. Esta novela, Psicoputa, no sabía en qué acabaría. Es una diversión absoluta.

Háblanos de tu última novela.

El título, Psicoputa, echaba para atrás a las editoriales. El mundo editorial es un mundo poco arriesgado. En estos tiempos nadie arriesga por nuevas apuestas.  Mi primera novela, Mátame,  me salió muy masculina, y la segunda muy femenina pero no ha sido algo provocado. La narración me ha llevado por ahí. Todo gira entorno a Brenda y también destacan tres mujeres con mucha fuerza. Vivimos en un mundo que necesita etiquetarnos pero las personas debemos huir de esto. Tenemos que dejarnos ir sin miedo, relacionarnos entre nosotros sin miedo. Creo que es una novela muy interactiva.

Ser un personaje conocido por otras facetas, ¿te ha ayudado a la hora de presentar tu trabajo literario o no ?

Ser conocida ni me ha ayudado ni me ha perjudicado. Si hubiera hecho otro tipo de libro, mis memorias, con mucho morbo, quizás me habría ayudado. Pero es muy difícil y envías el manuscrito a las editoriales y ni te contestan. Cuando me di cuenta habían pasado tres años… Así que a través de un amigo acabé en Oblicuas, una editorial de culto de Barcelona con mucho prestigio, y no me censuraron nada. Después de encontrar editorial, tenemos el tema de la distribución. Es la cruz con la que tenemos que lidiar todos los creadores, seamos escritores, músicos, cineastas… A Alfonso Trinidad, que lleva las ediciones Oblicuas, lo tengo machacado. Siempre le estoy diciendo: «mira lo que me dicen por redes, que no encuentran mi libro…». Y después no es solo que tu libro llegue a las librerías, es que una vez allí, se vea. Es como una gincana, has de ir superando prueba tras prueba. Escribir, que ya es durísimo, no es más que el principio. Ya has acabado la novela y no sabes el Via Crucis que te espera. Con la primera novela, Mátame, era como una pipiola. Decía: «ya he escrito la novela, ole, ole» (risas), sin saber lo que me esperaba. Con la segunda ya estaba más curtida, pero es una lucha constante.

¿Te ha costado mucho desarrollar la idea de esta novela de esta forma tan poco usual?

Traté de dejar que los personajes me guiaran a mí, así que no. Como tengo tanta empatía no me cuesta ponerme en el lugar del personaje. Con Brenda sí que a veces tenía que parar porque no aguantaba más su perversidad. Me di cuenta cuando tenía ya algunas páginas escritas que esta novela no se podía narrar al modo tradicional. Todos los personajes hablan directamente al lector porque la única manera de desenmascarar a la protagonista, de que mostrara abiertamente su podredumbre, era que fuera ella misma quien lo explicara. Y si ella tenía esa oportunidad, los demás personajes también tenían que poder explicarse ellos mismos. Por eso hay capítulos que son muy bestias y puede haber lectores que se sientan escandalizados.

¿Qué tienen tus personajes de su autora?

Me gusta escribir sobre cosas que no tienen nada que ver conmigo. No utilizo mi autobiografía. La primera novela, Mátame, se desarrolla en la Costa Azul francesa, con un nivel de vida que no tendré yo nunca… Pero sí, todos los personajes tienen algo de su creador. Eso sin duda. Y  Brenda, quizás tiene de mí el hartazgo respecto a los hombres. A nivel emocional están en la Edad de Piedra, es tremendo. Los otros personajes femeninos principales tienen de mí que los dos cogen la vida por los cuernos; y el detective, Antón, es cinéfilo como yo. Es imposible que un escritor se ponga a escribir y sus personajes no tengan algo de él.

¿Crees que las nuevas tecnologías ayudan a la difusión de la cultura?

El mundo mediático se ha ido hacia extremos. Está muy etiquetado. Ahí la cultura no tiene cabida. Y es una pena porque España es un país muy creativo. Pero aunque en los medios tradicionales sólo hay pequeños huecos que suelen ser ocupados por los famosos, en Internet se mueve un mundo alternativo muy interesante. Allí la gente puede mostrar su obra, pero aún está empezando y es difícil.

En ese aspecto, ¿echas de menos los 80, tan creativos?

Sí. Precisamente el otro día le comentaba a un chico de unos veinte años, que vino a recogerme para llevarme a uno de esos debates en los que participo, y que decía que tenía varios trabajos, entre ellos el de chófer; pues le comentaba que no cambio la juventud que yo viví por la suya ni loca. La adolescencia en los 70 y la juventud en los 80, en la que la gente se lanzaba a crear. Teníamos la palabra esperanza escrita en el horizonte. No es que viésemos la luz al final del túnel, es que no había túnel. ¡Cómo arriesgaba la gente, en música, cine…! No cambio mi juventud por lo que tienen que pasar ahora, con el oscurantismo que hay, que te meten en la cárcel por menos de nada.

Las cosas han cambiado mucho. 

No en todo. ¿Te puedes imaginar que todavía puede resultar exótico una mujer en una tertulia de fútbol? Yo hasta tengo en Twitter el hashtag Marigol. Los hombres pueden meterse en la cocina, en las motos, pero las mujeres, no… Con lo feminista que era en mi adolescencia, ahora mucho más. A estas alturas de mi vida nadie me tiene que decir cómo tengo que pensar, qué tengo que decir… Esta es mi obra, si te gusta, bien, si no pues nada… La principal obligación del ser humano es ser uno mismo. Este mundo consumista que empuja a tu yo interior a un rinconcito para que consumas lo que ellos te digan, leas lo que ellos quieran o vistas como ellos te digan. No, déjame a mí que yo haga mis circuitos, para saber lo que quiero o tal vez lo que no quiero.

No puedo dejar de preguntar por aquel programa musical que nos acompañó a finales de los 80, Plastic.

Plastic fue mi primer trabajo en televisión. En esa época yo estaba de DJ en el Nick Havanna de Barcelona y vinieron a buscarme dos chicos de la televisión. Me preguntaron si quería presentar un programa y les contesté: «francamente, sí». Ahí surgió Plastic y conocí a Tinet y a David. Ninguno de los tres habíamos hecho televisión y creo que de ahí la frescura. El programa era en directo y nos dejaban sueltos ahí. No teníamos guión, lo que hacían era plantearnos situaciones. Los tres hemos mantenido el contacto y hay un gran cariño entre nosotros. Plastic fue una experiencia maravillosa.

De todos los artistas que conociste en el programa, ¿quién te impresionó más?

Pasaron tantos por ahí… Creo que una de las que más ilusión me hizo fue Chrissie Hynde, cantante de Pretenders. Me gustaba como compositora, como cantante, su estilo.. Después nos pagaron un viaje a Londres para entrevistar a Peter Gabriel que es un personaje de una dimensión impresionante. La de caminos que ha abierto no solo como cantante, sino también como productor. Es el creador del WOMAD. Es muy inteligente y muy interesante. Además allí nos encontramos con La Fura dels Baus que estaba grabando un disco y pasamos un día muy divertido. También pasaron todas las bandas españolas, como Extremoduro y, aunque nunca hablan de nosotros, el primer programa en el que estuvieron los Ronaldos fue Plastic. Es una lástima que ahora las bandas no tengan un lugar donde darse a conocer.

¿Por qué crees que ahora no hay buenos programas musicales?

Dicen que no hay audiencia, no sé. Yo hice Peligrosamente juntas, que era un programón de temática cultural. Y entonces el lema de la cadena, la 2, era «Para la inmensa minoria». Pues ahora de todas esas minorías nadie se preocupa, aunque son un montón de gente. Que no lo hagan las televisiones privadas, lo entiendo, pero ¿las públicas? No. Podían dar al menos una hora a la semana para que puedan acudir las bandas a ofrecer su producto. Y a una hora decente, no de madrugada. No me extraña que ahora haya muchos jóvenes que no ven la televisión, que se montan sus propios circuitos en Internet.

¿Qué proyectos tienes? ¿Seguirás con la novela negra?

No descarto en el futuro hacer otras cosas. Tengo varios proyectos iniciados, por ejemplo, ahora voya a hacer un monólgo, Me río por no follar, que habla de una mujer madura harta del sexo por el sexo. Lo que quiere es un hombre que la enamore, pero no hay manera… Muchas mujeres se sentirán identificadas. También tengo una obra de teatro sobre cinco mujeres que se llama, Perdidas, que me gustaría dirigir. Pero si el mundo editorial está mal, el mundo teatral ni te cuento.